La mayoría de productos y compuestos químicos pueden dañar el cuerpo humano, si no se adoptan las medidas de protección indispensables. Claro está, el uso de ropa de trabajo adecuada es una de esas medidas, constituyéndose en una capa protectora. El Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo de España describe la clasificación de la ropa de trabajo de protección frente a productos químicos.
La función de la ropa de protección contra productos químicos es evitar que estos entren en contacto directo con la piel. Se trata de una forma de controlar un riesgo de exposición, cuando este no ha podido eliminarse o reducirse hasta los niveles deseados por otros medios. La exposición de la piel a productos químicos supone un riesgo si:
- El producto es peligroso para la salud.
- El producto se absorbe a través de la piel o la daña.
- La piel, aunque no se vea afectada directamente o sea vía de entrada, pueda servir de vehículo hacia otras rutas como, por ejemplo, las vías respiratorias.
Por tanto, la evaluación de riesgos para la seguridad y salud de los trabajadores, cuando hay agentes químicos presentes en el lugar de trabajo, debería comenzar por determinar los peligros para la salud de los productos.
La información sobre la peligrosidad de las sustancias químicas y sus mezclas, así como las posibles vías de absorción, puede obtenerse mediante los suministradores de las mismas. Las fuentes de información son la Etiqueta de los productos y la Ficha de Datos de Seguridad. En concreto, la Ficha de Datos de Seguridad requiere, en función de la clasificación de la sustancia o mezcla, que se especifique cuáles son los medios de control de la exposición y los equipos de protección personal necesarios para la manipulación del producto.
Los requisitos de la ropa de protección química se han definido en las normas técnicas, en base al estado físico del producto químico (sólido, líquido, gas), la cantidad de producto que pueda llegar al cuerpo o a una zona concreta de este y la probabilidad de que se produzca una contaminación, es decir, si esta es previsible por la tarea realizada o accidental.
Tipos de ropa de protección química
En caso de que sí exista exposición, la elección del tipo de ropa dependerá si el producto es un gas, un líquido o un polvo. Salvo para los líquidos, en todos los casos se requieren trajes de protección, entendiendo por ellos prendas que cubren la mayor parte del cuerpo.
Los trajes de Tipo 1 o 2 son trajes que protegen el cuerpo completo. Los trajes de Tipo 1 tienen todas sus costuras y uniones herméticas en el propio traje, así como las conexiones con los demás accesorios integrales, como guantes, botas, etc. Su material es resistente a la permeación de los productos químicos que han sido ensayados.
Puede haber tres posibilidades de diseño, según que el equipo de protección respiratoria con el que debe usarse el traje vaya dentro o fuera del traje o por el contrario vaya conectado a una línea de aire respirable y a presión positiva. La elección de uno u otro depende de que la actividad a realizar sea más o menos compatible con alguno de los diseños. Existen también equipos similares destinados a intervenir en situaciones de emergencia química. Son similares a estos últimos, aunque algunos requisitos son más exigentes y sus materiales resisten la permeación frente a toda una batería de productos químicos.
En los trajes de Tipo 2 la protección ofrecida se debe a la presión positiva, que impide la entrada de contaminantes desde el exterior, y no a la hermeticidad de uniones y costuras. Los trajes de protección de Tipo 5 son trajes contra partículas sólidas en suspensión. En estos trajes su hermeticidad se valora a través de un ensayo que determina la resistencia a la entrada, a través del traje, de un aerosol de partículas las que, de forma abreviada, se llama “ensayo de fuga hacia el interior”. Los materiales de estos trajes no tienen un ensayo específico de resistencia a la penetración, sino que se evalúan en su conjunto, en el ensayo anterior.
Estos trajes son generalmente desechables y son los recomendados, por ejemplo, para las actividades que implican exposición a fibras de amianto. En estos casos se usan, en la mayoría de las ocasiones, con equipos de protección adicionales, como guantes, botas, protección respiratoria, etc., que no forman parte integral del traje pero que se usan combinados, sellados en sus puntos de unión o no, según se indique en el folleto informativo del equipo.
En el caso de líquidos, se diferencian tres situaciones de exposición del trabajador, en función de cómo sea esta y suponiendo que estos líquidos no producen cantidades importantes de vapores, ya que, si esa fuera la situación, necesitaríamos trajes de tipo 1 o 2. Los trajes de protección de Tipo están destinados a situaciones como, por ejemplo, en plantas químicas con tuberías transportando, por ejemplo, ácidos, con probabilidad de proyecciones accidentales que deben contenerse por el personal de mantenimiento.
Estos trajes tienen tanto las costuras como las cremalleras y demás uniones del traje protegidas para evitar la entrada de líquidos con presión. El fabricante puede recomendar, además, su uso con prendas adicionales como, botas, guantes, e indicará en el folleto con qué combinación de EPI se ha alcanzado la hermeticidad requerida.
En estos trajes, se valora la resistencia que ofrecen a la penetración de un chorro de líquido, mediante un ensayo donde un probador, vestido con el traje, se somete a la proyección de un chorro de líquido con una presión indicada por la norma y dirigido hacia las partes más vulnerables del traje. Este ensayo se conoce por “el ensayo del chorro”. En cuanto a los materiales de estos trajes, se ensayarán para determinar la resistencia a la permeación a los productos químicos que el fabricante indique, que serán representativos del uso al que destinan los trajes. Estos trajes pueden ser de una pieza o de dos piezas llevadas simultáneamente.
Los trajes de protección de Tipo 4 están destinados a situaciones con exposición a finas partículas de líquidos, tales como las que podrían darse, por ejemplo, en una cabina de pintura, o en la aplicación de productos fitosanitarios en agricultura, en las que el cuerpo entero está en contacto con el producto. A diferencia de los de Tipo 3, las uniones y cremalleras requieren, para estos trajes, un nivel menor de protección, ya que los líquidos pulverizados no ejercen la presión que ejerce un chorro de líquido. El fabricante puede recomendar además su uso con prendas adicionales, como botas, guantes, e indicará en el folleto con qué combinación de equipo de protección individual se ha alcanzado la hermeticidad requerida.
En estos trajes, se valora la resistencia que ofrecen a la penetración de un líquido pulverizado o “spray” a través de un ensayo donde un probador, vestido con el traje, se somete a la pulverización de cuatro boquillas cada una de las cuales emite aproximadamente 1 litro de líquido pulverizado durante 1 minuto. Este ensayo se conoce comúnmente por “el ensayo del spray”.
En cuanto a los materiales de estos trajes, estos se ensayarán para determinar la resistencia a la permeación a los productos químicos que el fabricante indique, que serán representativos del uso al que destinan los trajes. Estos trajes pueden ser de una pieza o de dos piezas llevadas simultáneamente. También puede darse la situación de que la exposición al líquido no sea importante en cuanto al volumen del mismo, pero que el producto sea de una peligrosidad para la salud tal que requiera un traje de Tipo 4, por ser la barrera que ofrece el material de este tipo de traje más efectiva que la que ofrece un traje de Tipo 6.
Los trajes de protección de Tipo 6 son los que ofrecen el nivel más bajo de protección química para el cuerpo entero. Están previstos para casos en los que el riesgo haya sido evaluado como bajo y no sea necesaria una barrera completa contra la permeación de líquidos, bien porque los productos con los que se trabaja tienen una peligrosidad baja, bien porque la exposición es a pequeñas pulverizaciones o a salpicaduras accidentales de poco volumen, y en el caso de que fueran mayores, las tareas que se realizan permiten a los trabajadores sustituir a tiempo, una vez contaminada, la ropa por una limpia.
En estos trajes, que pueden ser de una pieza o de dos piezas llevadas simultáneamente, se valora la resistencia que ofrecen a la penetración de un líquido pulverizado, similar al de los trajes de Tipo 4, pero donde un probador, vestido con el traje, se somete a la pulverización de cuatro boquillas que trabajan a un caudal que es aproximadamente la mitad del utilizado en trajes Tipo 4. Este ensayo se conoce comúnmente por “el ensayo del spray reducido”.
En cuanto a los materiales de estos trajes, estos no son resistentes a la permeación, son materiales transpirables que, como protección, ofrecen una determinada repelencia a líquidos, gracias a los tratamientos superficiales que reciben. Si de la evaluación de riesgo se desprende que la parte del cuerpo expuesta a líquidos es una zona en particular como, por ejemplo, el torso, que debe protegerse, en función del nivel de riesgo por el volumen de líquido o por la peligrosidad del mismo.
Las prendas de protección parcial son normalmente polainas, delantales, manguitos. Una chaqueta o un pantalón, también serían prendas de protección parcial, pero, si han llevarse juntas, el conjunto debe considerarse un traje, que debe ser sometido a los ensayos que le correspondan como traje completo. Pueden ser muy útiles en situaciones donde, por estar la exposición muy bien delimitada a una parte del cuerpo, se puede evitar sobreproteger al trabajador con una prenda de protección de cuerpo completo.